Paulo Emanuel Lopes, Adital, 19/2/16 –
Para disminuir la tensión social que se vive en Haití desde el final del año pasado, cuando el país fue sacudido por protestas casi diarias de ciudadanos que cuestionan el proceso electoral que debería elegir al nuevo presidente, acusándolo de fraudulento, la clase política logró llegar a un acuerdo de transición. El ex presidente Michelle Martelly dejó el cargo el pasado 7 de febrero, siendo sustituido por Jocelerme Privert, entonces presidente del Senado. El nuevo jefe del Poder Ejecutivo –que asumió después de la renuncia del primer ministro Evans Paul el pasado de febrero– convocará a nuevas elecciones antes del 14 de mayo.
Según los movimientos sociales haitianos, a pesar de que el acuerdo sirve como una esperanza de estabilidad política para el país, no hay nada que celebrar ya que, a pesar de romper con el ciclo de poder iniciado por Martelly en 2010, período en que gobernó sin convocar a elecciones, el parlamento también sería una institución deslegitimada.
Las reivindicaciones
Las organizaciones sociales buscan un proceso electoral más simple y transparente para que la población analfabeta haitiana pueda ejercer plenamente su ciudadanía, una comisión para auditar integralmente las elecciones de 2015, y la instauración de un proceso judicial que establezca responsabilidades y castigos a los responsables de los fraudes. Solamente la legitimación electoral podría recomponer la unidad de ese país con instituciones políticas débiles.
Según una comisión de investigación instaurada por el propio ex presidente Martelly, basado en una muestra del 15% de todos los votos, el 92% de éstos tenían algún tipo de irregularidad. A partir de esa comisión, un grupo de ocho partidos de la oposición comenzó a articular manifestaciones que impidieron la realización de la segunda vuelta en las dos fechas previstas, el 27 de diciembre de 2015 y el 24 de enero de 2016.
El objetivo de esos partidos fue evitar que un gobierno ilegítimo, respaldado por un proceso electoral fraudulento, fuera impuesto a la nación haitiana.
Para el pueblo haitiano, según fuentes de los movimientos sociales, a pesar de la violencia, la situación instaurada puede tratarse, en realidad, de una gran oportunidad para romper con el ciclo de dominación imperial impuesto al país desde la primera invasión estadounidense [1915]. Haití estaría viviendo una situación política ilegítima desde 2004, cuando el entonces presidente, Jean-Bertrand Aristide, fue secuestrado por tropas estadounidenses y obligado a dejar el país.
Jocelerme Privert
El nuevo presidente interino de Haití, de 63 años, es contador y fue un importante aliado de Aristide durante su gobierno. De abril de 2004 a junio de 2006, Privet fue mantenido en prisión, acusado por la autoria intelectual de una masacre en la ciudad de Saint Marc, en medio de la convulsión social del período. Según Privert, se trató en realidad de una prisión política. Después de estar más de dos años preso, la procuraduría declaró inocente a Privert, alegando que no había pruebas que corroboraran las acusaciones.
Con informaciones de Franco Villalba, integrante de la Brigada Internacionalista Dessalines del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil en Haití.
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