
Espérance recordó la dedicación y empeño que ponía en todas sus acciones, no solo de promoción de los derechos sexuales, y pidió a las autoridades judiciales una investigación exhaustiva para determinar la causa de su muerte.
Por su parte, Antonal Mortimé, integrante del Colectivo Défenseur Plus, señalo que Jeudy era reconocido nacional e internacionalmente, y varias veces testificó ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, pese a que la práctica es potencialmente peligrosa en un país tradicional y con fuerte influencia de la iglesia.
Mortimé estima que su muerte, cuyas circunstancias aún no están claras, constituye un duro golpe para su familia y colectivo que representaba.
De acuerdo con activistas de derechos humanos y sexuales, la comunidad LGTBIQ en Haití sufre altos niveles de discriminación, pese a que el país desde no penaliza las relaciones homosexuales.
En 2017, el Senado haitiano aprobó una de ley para la emisión del Certificado de Buena Vida y Moral, documento requerido por muchos empleadores y universidades, e incluyó a la homosexualidad, junto con la pornografía infantil, el incesto y la explotación sexual comercial de los niños, como motivo para denegar un título a un ciudadano.
También ese año la Cámara Alta, avaló otra legislación para castigar a partidarios y cómplices de un matrimonio homosexual, con penas de hasta tres años en prisión y multas de unos ocho mil dólares.
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